La mirada del biblista

El P. Bonaventura Ubach (Barcelona, 1879, Montserrat, 1960), ingresó en el monasterio de Montserrat en 1894 y fue ordenado sacerdote en 1902, junto con el que sería más adelante abad de Montserrat, el P. Antoni M. Marcet.

P. Bonaventura UbachDesde la etapa de estudiante manifestó interés creciente por el estudio de la Biblia, lo que le llevó a trabajar intensamente en el aprendizaje del griego y del hebreo. Terminado el primer ciclo de estudios, comenzó a enseñar materias bíblicas y lenguas orientales en Montserrat.

Seducido por Oriente Medio, a partir de su búsqueda como biblista, comenzó sus viajes para conocer de cerca el mundo de Oriente Antiguo. Visitó las tierras bíblicas y empezó a reunir piezas arqueológicas para el futuro museo bíblico de Montserrat. En la École Biblique de Jérusalén fue discípulo de los exégetas Lagrange, Vincent y Abel.

P. Bonaventura Ubach

Fruto de estos conocimientos publicó una serie de artículos en la Revista Montserratina y la narración de su viaje El Sinaí (1913, ampliado en 1951).

Los años 1913-22 enseñó hebreo y siríaco en Roma, en el Pontificio Istituto Anselmiano. Intervino (1917) en los preparativos para la creación de la Congregación Oriental y del Pontificio Istituto Orientale, donde enseñó siríaco y hebreo (1918-20).

Durante estos tiempos publicó la gramática de hebreo Legisne Toram? (1919), que fue adoptada en muchos seminarios y universidades y reeditada varias veces.

De vuelta a Oriente en 1922, tuvo una vinculación muy plena con la Iglesia Siríaca católica y colaboró con el patriarca Efrem Rahmani en las tareas de edición de los libros litúrgicos sirios. Su viaje por Mesopotamia (1922-23) lo describió en el Dietario de un viaje por las regiones de Irak, que fue publicado en 2010 con el título de Dietario de un viaje por las regiones de Iraq (1922-23).

Durante siglos, la Iglesia católica sólo permitió la lectura de la Biblia a los clérigos y únicamente en latín. Cuando esto cambió, en el siglo XIX, las únicas traducciones al catalán disponibles eran las de los protestantes, pero su circulación resto muy limitada fuera de aquella comunidad.

Edició de la Bíblia de Montserrat (1926-1982).

Varios proyectos intentaron promover una versión catalana de la Biblia, entre los que destacó la iniciativa impulsada por Cambó, a cuenta de la Fundación San Dámaso, de Barcelona (Fundación Bíblica Catalana).

Ubach, fue uno de los colaboradores iniciales, pero terminó abandonando el proyecto en desacuerdo con unos criterios editoriales que priorizaban la rapidez y la calidad literaria de la traducción por encima de la fidelidad al texto original.Lluny de renunciar al projecte, l’Abadia de Montserrat va emprendre la seva pròpia traducció de la Bíblia, caracteritzada pel rigor filològic, l’abundància de l’aparell crític i una exuberant il·lustració fotogràfica.

Lejos de renunciar al proyecto, la Abadía de Montserrat emprendió su propia traducción de la Biblia, caracterizada por el rigor filológico, la abundancia del aparato crítico y una exuberante ilustración fotográfica. Entre 1926 y 1954 se publicó veintidós cinco volúmenes de texto y otros tres de imágenes, que hacen de la gran Biblia la más exhaustiva traducción que se ha llevado a cabo en catalán, y que fue la base de la popular Biblia de Montserrat aparecida en 1970.

El P. Ubach publicó los volúmenes siguientes de la gran Biblia de Montserrat:

  • – El Gènesi (1926)
  • – L’Èxode-El Levític (1927)
  • – Els Nombres-El Deuteronomi (1928)
  • – El Gènesi (Volum il·lustrat) (1929)
  • – El Psalteri (1932)
  • – L’Èxode – El Levític (Volum il·lustrat) (1934)
  • – I i II de Samuel (1952)

De vuelta definitivamente a Montserrat en 1951, continuó los trabajos bíblicos y creó un pequeño núcleo de estudio de la Iglesia Siríaca; en 1952 publicó Litúrgia siríaca de Sant Jaume. Anàfora dels XII Apòstols, versión de la misa siríaca, que él mismo celebraba.

La Biblia de Montserrat fue, efectivamente, una obra pionera y reconocida, pero paralelamente se produjo otro hecho importante para el monasterio benedictino.

Y es que en los diferentes viajes que hizo por Oriente Medio, el P. Ubach a Ubach comenzó a recopilar materiales arqueológicos ya desde su primera estancia en Jerusalén, a principios del siglo XX.

Al volver a Montserrat en 1910 ya arranca el primer núcleo del Museo del Oriente Bíblico en una pequeña sala de la hospedería de la abadía, que fue creciendo y evolucionando a lo largo de los años hasta que en 1962 se dividió en las cuatro secciones actuales del fondo arqueológico de la institución: Mesopotamia, Egipto, Tierra Santa y Chipre.

Su trabajo significó la primera escuela sólida de orientalismo antiguo en Cataluña.

A pesar de la lejanía e inaccesibilidad, los escenarios de la Biblia han disfrutado de una presencia constante y central en la construcción del imaginario colectivo occidental, conformando una verdadera geografía mítica hecha de imágenes plásticas y literarias no siempre precisas y, la mayoría de las veces, simplemente ficticias.

La apertura de estos territorios los viajeros extranjeros coincidió con la invención de la fotografía, y las primeras instantáneas de Tierra Santa (1841) tuvieron un impacto enorme en el público europeo y norteamericano.

La de aquellos primeros fotógrafos fue una mirada retrospectiva, más atenta a los vestigios del pasado que a la realidad que los rodeaba. Una mirada que «biblificava» gentes y escenarios, despojándolos de su contemporaneidad y haciendo simples ecos de un tiempo lejano.

Esta visión sólo comenzó a cambiar cuando se abrió la perspectiva de una toma de control de aquellos países por parte de las potencias occidentales. A partir de entonces fue imponiendo un conocimiento riguroso del territorio y la categorización precisa de los nuevos sujetos de la administración colonial.

Una pasión alimenta la vida de Bonaventura Ubach: hacer posible una mejor comprensión de los textos bíblicos y difundir su conocimiento. Llevado por este afán, pronto abandona Montserrat para recorrer los caminos de Oriente en busca de los ecos de aquellos relatos excepcionales.

Pese a que domina las lenguas de la Biblia -el hebreo, el arameo y el griego-, así como el árabe y el siriaco, opina que no es suficiente con la excelencia lingüística y que el texto, desvinculado de su contexto, pierde gran parte de su riqueza. Por ello se esfuerza en conseguir un cuidadoso conocimiento de los paisajes, los vestigios materiales y las tradiciones de los pueblos que fueron testimonio del nacimiento de los textos bíblicos.

En sus viajes de exploración, Ubach emplea siempre la cámara fotográfica porque sabe del poder comunicativo de la imagen, pero también porque es consciente de que el mundo que está capturando con sus instantáneas está a punto de desaparecer, arrasado por la irrupción de la modernidad y los conflictos que lo habían de acompañar.

Desde la muerte del P. Ubach, en 1960, el fondo fotográfico ha sido custodiado por el Scriptorium Biblicum et Orientale de la Abadía de Montserrat, dirigido por el P. Pius Tragan, que fue discípulo directo del P. Ubach.

Càmera marca Contessa Nettel Deckullo, (c. 1925).El fondo del archivo fotográfico está formado por unos 7.000 negativos, soportado en bases plásticas, principalmente nitrato de celulosa y acetato de celulosa. También hay unas 600 placas de vidrio y un conjunto de mapas y unas libretas de referencia donde hay listados de los lugares donde fueron grabadas las fotografías numeradas y descritas.

Este fondo fotográfico es único en Cataluña y en España, lo que, debido a la actualidad política de los territorios bíblicos por los continuos conflictos internacionales y las luchas fratricidas, hacen de este fondo fotográfico un conjunto con un altísimo valor patrimonial.

El P. Romuald Díaz describe en la biografía del P. Ubach este fondo fotográfico de la siguiente forma:

«Digamos aquí algo del archivo fotográfico de la Biblia y su disposición, tal como lo concibió y lo dejó el Padre Ubach. Obra de él son la mayor parte de las fotografías, en número total de más de ocho mil. Todos los clichés van numerados y agrupados por cientos, cada uno con la leyenda correspondiente.

¿Cómo se podrá un servir de aquel material para ilustrar un paso bíblico entre tantos miles fotografías? Con este fin el padre Ubach redactó un triple catálogo a base de papeletas:

  • – Catálogo según los libros, capítulos y versículos de la Sagrada Escritura, en el que se encuentran cuidadosamente anotados en cada lugar los números de archivo de las fotografías correspondientes.
  • – Catálogo donde constan por orden alfabético el nombre de las ciudades, pueblos, montañas, ríos y otros lugares geográficos de Palestina y de otros países bíblicos, de los que se ha obtenido una o más fotografías.
  • – Catálogo con una cierta distribución de materias: folklore, arqueología, beduinos, árabes, sedentarios, judíos, pastores, agricultores, animales, plantas, paisajes, pozos, cavernas, etc.

Y aunque haga otro trabajo para el manejo del archivo.

A fin de controlar aún mejor el material disponible para la ilustración de un versículo concreto de la Sagrada Escritura, tuvo la paciencia de confeccionar un mapa de Palestina, repartido en cartones. En cada cartón o fragmento de mapa van anotados con un simple número de orden los lugares mencionados en la Biblia; al número corresponde un pliego aparte, donde se encuentra la documentación referente al lugar: descripción del lugar según diferentes autores; si ha sido visitado personalmente por el Padre Ubach, y referencias de fecha y fotos sacadas; observaciones en el caso de que todavía no haya sido visitado, y cuáles son las particularidades que se deberían tener en cuenta el día de la visita; informaciones que se han conseguido o que se han pedido a la gente del lugar sobre un punto a esclarecer, etc.

Así, al llegar la ocasión de una excursión por una zona determinada, no hacía falta al padre Ubach, sino tomar el mapa, mirar los números de los lugares comprendidos en el itinerario y controlar los pliegos respectivos. En unos pocos momentos veía todo lo que habría que tener presente en el curso del viaje, para sacar así el provecho máximo. Una vez realizada la excursión, no dejaba de anotar, al menos esquemáticamente, el tiempo que había durado; si la había realizado en compañía o solo – en el último caso nunca olvidaba de decir que la había hecho en compañía del ángel custodio-; si había ido con burro o en camello, a pie o en automóvil; cuál había sido el itinerario seguido; si era con una finalidad científica o para complacer una persona amiga; anotación de las fotografías obtenidas y, finalmente, en cuanto había gastado. Los esquemas mencionados eran una guía rápida que le servía para orientarse en todo lo relativo a la Ilustración de la Biblia» (Díaz Carbonell, 1962, p. 221-222).

El P. Ubach, cuando realizó el viaje al Sinaí en 1913, utilizó probablemente una cámara Kodak 3, Folding Pocket, con película de celuloide. Estas cámaras aparecieron a partir de 1908 y se fueron modificando y mejorando a lo largo de los años.

Más adelante, hacia 1925, sus colaboradores, con el P. Benet Junqué a la cabeza, utilizaron una cámara Contessa Nettel Deckullo. Era una máquina para hacer negativos con placa de vidrio, aunque con la adquisición de un accesorio podía hacer los negativos de celuloide.

La de Ubach y sus colaboradores es una fotografía documental, concebida para reforzar visualmente la Biblia Gran e Montserrat. Sus opciones visuales están sujetas al dictado del texto, de forma que, cuando tengan que plasmar los paisajes o monumentos de la narración, lo harán acentuando su atemporalidad y prescindiendo de toda presencia humana o reduciéndola a una referencia de escala.

Por el contrario, cuando ilustren personajes o acciones, su perspectiva será más moderna y empática con la población local, prestando atención a h forma de vestir y al paramento corporal, así como a los gestos de las ceremonias o de los procesos productivos.

Su mirada se fija sobre aquellos segmentos de la sociedad que les interesan para ilustrar el relato bíblico e ignora el resto. Fotografían mucho más el mundo rural que el urbano, las tierras de interior más que las de la costa i las comunidades cristianes y musulmanes más que las judías. A la vez, deja a parte todo lo que tanga que ver com la modernidad y sus innovacions i no presta atención a los movimientos anticoloniales o a las tensiones y conflictes que suscita la creciente emigración judía.

Para acentuar el dramatismo, refuerzan el contraste entre los diferentes planos de la escena y contraponen la pequeñez de la figura humana con la inmensidad del paisaje. La voluntad de monumentalizar los escenarios naturales encuentra su plena expresión en el recurso a las vistas panorámicas, que se construyen solapando instantáneas tomadas desde un mismo eje de rotación.

Prevalece un deseo de humanización que se manifiesta en la incorporación de los habitantes de las ruinas, los guías o de niños que actúan como tales, para establecer un contraste entre pasado y presente que alivie la gravedad de los elementos patrimoniales.

La vida urbana del Cercano Oriente y, en especial, la de Jerusalén es muestra acentuando lo que la hace singular: su diversidad cultural. Las imágenes presentan bien individuos de diferentes comunidades interactuando entre sí, bien grupos homogéneos -a menudo familiares- pertenecientes a minorías étnicas o religiosas, bien actividades cotidianas, festivas o de ocio que tienen lugar en lugares emblemáticos para una comunidades diferente de la propia.

El interés por el campesinado árabe radica en la proximidad que apreciamos entre su forma de vida y las prácticas descritas en los textos bíblicos. Por este motivo, su cámara ofrece una visión intencionadamente arcaica, que hace hincapié en los aspectos más ancestrales del día a día de los agricultores de la zona.

Los beduinos son el grupo al que más atención se dedica, pues en ellos creen que habría vivido de forma continuada en ese territorio desde los tiempos bíblicos. En sus fotografías de hombres expresa dignidad y cierto dramatismo romántico, que se refuerza contrastando la soledad del individuo con un entorno extremadamente hostil. Asimismo, cuando se retratan mujeres y niños, lo hacen con una fuerte empatía, buscando la proximidad y la atención a los detalles de la gestualidad y el paramento corporal

La expresión pública de la religiosidad a través de celebraciones festivas y ritos colectivos de las diferentes comunidades que habitan el Cercano Oriente permite ilustrar prácticas ya descritas en los textos bíblicos, reafirmando la impresión de una comunidad real o imaginada respetos de aquel pasado remoto.

El conocimiento de las diferentes comunidades cristianas árabes, su liturgia y sus usos sociales constituyen uno de los temas que más les interesan. Sin embargo, nunca pierden la ocasión de hacer pasar por delante de su cámara de otros grupos minoritarios (judíos, iazidites, …), pero siempre desde el respeto y la más genuina de las curiosidades.

Bonaventura Ubach nos ofrece el testimonio gráfico de un Próximo Oriente en rápida transformación. La estabilidad frágil y no exenta de tensiones de la Palestina otomana salta por los aires con la irrupción de una modernidad que llega de la mano de la Primera Guerra Mundial, el colonialismo europeo y la consolidación de proyectos nacionales excluyentes y enfrentados entre sí.

La sociedad que aparece en estas imágenes ya no existe. La diversidad cultural y religiosa de aquella sociedad ha dado paso a un mundo mucho más compartimentado y culturalmente homogéneo, menos proclive al conocimiento mutuo y a la convivencia pacífica que tanto apreciaba el biblista de Montserrat.

La Bíblia. Traducció dels textos originals i comentari pels monjos de Montserrat. Montserrat: Monestir de Montserrat. 1926-1982. 25 volums.

Bonaventura Ubach. L'home, el monjo, el biblistaDíaz Carbonell, Romuald M. (1962). Dom Bonaventura Ubach: l’home, el monjo, el biblista. Barcelona: Aedos. Reeditat el 2012 per Publicacions de l’Abadia de Montserrat.

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Exposición virtual permanente sobre el fondo fotográfico del P. Bonaventura Ubach propiedad de la Abadia de Montserrat y digitalizado por el Instituto Europeo del Mediterráno. Copyright de las fotografías: © Abadia de Montserrat